Automatización no es IA: ¿cómo separar la realidad del humo?
El humo del marketing tecnológico
Hoy todo se vende como “inteligencia artificial”. Desde un chatbot básico hasta un Excel con macros pintado de futurista. El problema es que esta confusión cuesta caro: empresas que creen estar invirtiendo en IA terminan pagando automatizaciones con glitter.
En Estudio Rocha lo repetimos siempre: la automatización ejecuta; la IA interpreta. Esa es la línea roja que hay que entender.
¿Qué hace la automatización?
La automatización resuelve tareas repetitivas, predecibles y basadas en reglas. Si pasa A, hacé B. Ejemplos simples y concretos:
- Conciliaciones contables.
- Envío de facturas recurrentes.
- Notificaciones de stock bajo.
- Alta automática de clientes en un CRM.
La automatización es confiable, rápida y barata. Y eso está perfecto. El error es disfrazarla de IA.
¿Qué hace la inteligencia artificial?
La IA aparece donde las reglas no alcanzan. Donde hay ambigüedad, variabilidad o necesidad de interpretar contexto. Ejemplos:
- Priorizar tickets según intención o tono.
- Detectar fraude en operaciones inusuales.
- Recomendar productos en base a patrones de compra.
- Clasificar currículums por competencias, no solo por palabras clave.
En todos estos casos no hay un “siempre que A entonces B”. Hay grises, probabilidad, predicción. Ahí la IA sí tiene sentido.
El costo de la confusión
El riesgo de mezclar conceptos no es académico, es económico. Empresas que pagan un “proyecto de IA” para mandar mails automáticos. O que implementan un chatbot que sólo responde con opciones fijas y lo venden como IA conversacional. Eso no es IA, es un IVR con esteroides.
El costo: expectativas infladas, equipos frustrados y presupuesto quemado. Mientras tanto, la competencia que sí entiende la diferencia gana tiempo y clientes.
¿Cómo separar humo de realidad?
Un criterio práctico:
- Si el camino es claro y repetible → automatización.
- Si hay interpretación, predicción o contexto → IA.
Preguntate siempre: ¿mi proceso necesita que alguien piense, interprete o decida? Si no, no metas IA. Es como usar un martillo neumático para clavar una tachuela.
Lo que importa de todo esto
No se trata de comprar “lo último”, sino de elegir lo que resuelve. La automatización ordena, escala y ahorra. La IA agrega valor donde la realidad es ambigua. Mezclar los términos es vender humo.
En Estudio Rocha ayudamos a las empresas a trazar esa línea con claridad. Porque entender la diferencia no es moda: es competitividad.
¿Querés dejar de pagar champagne por soda? Hablemos.
Te mostramos dónde alcanza la automatización y dónde la IA realmente marca la diferencia.